Por: Rafael Santos
El PLD se tambalea a un ritmo peligroso para su futuro inmediato. Por más que su alta dirigencia se enfrasque en publicitar un escenario de recomposición, con juramentaciones, reuniones con sonrisas a flor de labios y más, la realidad que vemos en el grueso de la población es otra.
Las denuncias y los posteriores sometimientos por alegados actos de corrupción durante los últimos dos mandatos, que presidiera el licenciado Danilo Medina, están comprometiendo cada vez más a un importantísimo sector de esa organización, que dicho sea de paso salpica cada vez más a quien dirige la orquesta morada.
Ya lo dijo de manera profética uno de sus grandes caudillos (Euclides Gutiérrez Feliz), cuando aseveró en aquella ocasión, que, si el PLD se iba del poder, hasta el mismo corría el riesgo de caer preso.
Una tozudez y falta de inteligencia política, además de un añejado rencor político sustentado al parecer en el interior de Danilo, en contra de quien fuera su compañero, el doctor Leonel Fernández, sacaron a la organización fundada por Juan Bosch, más rápido del poder de lo que se pensaba, y ahí están los resultados.
Danilo nunca sopesó que al irse del poder se enfrentaría a una realidad tan cruda, en donde los barrotes de la cárcel iban a acoger a muchos de sus más cercanos, incluyendo a parte de sus familiares, y quien sabe si con los tantos casos que se destapan, él podría correr la misma suerte.
Es el precio que suelen pagar aquellos que aferrándose al poder se enquistan al mismo sin medir consecuencias futuras, en donde, y sin ningún tipo de inteligencia política emocional, intentan todo tipo de acciones con tal de empequeñecer a otros que al igual que ellos tienen igual o más fortaleza en el seno de la población pensante, y estos, en vez de trabajar de cara a la permanencia en la cúspide de sus acólitos, más bien se convierten en verdugos de sus propias pasiones , y como es natural, terminan ellos mismos destruidos y en el zafacón de la historia.