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Operación Discovery desmantela grupo criminal que se hacían pasar por oficiales federales de Estados Unidos; los 38 acusados de integrar la red fueron llevados ayer al Palacio de Justicia de Santiago bajo estrictas medidas de seguridad

Santo Domingo. -La reciente Operación Discovey desmantelada por las autoridades del Minis­terio Público, la organi­zación criminal operaba a través de centros de lla­madas “call centers” que estaban compuestos por diversas personas que ma­nejan el idioma inglés, la tecnología y se prestaban para ser agentes operadores que contactan a las víc­timas estafándolas y ex­torsionándolas conforme a un guion previamente establecido por el propie­tario o administrador del mismo.

El uso de la tecnología ha sido su principal he­rramienta, toda vez, que utilizan sistemas de re direccionamiento para lla­madas simuladas para la comisión del ilícito.

Enriqueciéndose por más de cien millones de dólares, relacionados a los hechos punibles de estafa internacional, extorsión, usurpación de funciones, porte ilegal de armas, aso­ciación de malhechores y lavado de activos.

Su modus operandi era a través de llamadas uti­lizando diversos subter­fugios, como “extorsión”, intimidación, envío de medicamentos utilizan­do “delivery”, usurpación de funciones de oficiales de los Estados Unidos de América como agentes del FBI, robo de identidad en­tre otros para obligar a los estafados a enviar dinero.

Los acusados realiza­ban estafas internaciona­les desde la República Do­minicana en perjuicio de personas residentes en los Estados Unidos de Nor­teamérica para posterior­mente transferir los capi­tales ilícitos obtenidos y blanquearlos.

Además, utilizaban co­mo medio para el movi­miento de estos capitales, las criptomonedas como el bitcoin, las transferencias espejos, depósitos a través de remedadoras, como Caribe Express, Western Unión, entre otras. Estos movimientos económicos se realizaban a favor de be­neficiarios y terceras personas.

Inversiones del grupo

Colocaron millonarios fondos en efectivo que recibían de sus operaciones ilícitas, como la estafa in­ternacional y el tráfico de armas, a través de empre­sas dedicadas a los servicios de telecomunicaciones, tele servicios, tele atención, inmobiliarias, empresas de elaboración y venta de puertas, ventanas y renta de vehículos.

También de servicios de transporte de personas, in­termediario de ventas de vehículos, servicios de trac­king vía GPA, servicios de chofer personalizado, a través de la producción de música y video del género urbano, dealers, vehículos de lujo, fincas, prendas coto­sas (relojes, cadenas), entre otros.

Otra de las característi­cas de esta organización cri­minal es la tenencia y co­mercialización de armas de fuego de forma ilegal, su afiliación a la organización criminal internacional denominada “Los Trinitarios”.

La mayoría de los inte­grantes de esa organización han sido deportados de los Estados Unidos de Améri­ca, otros tienen anteceden­tes penales en el país, así co­mo su vinculación constante a individuos que se dedican a la venta de drogas en la ciu­dad de Santiago de los Caba­lleros donde tenían su centro de mando y operación.

Portaban armas de fue­go de alto calibre, muchas de ellas solo permitidas pa­ra uso de policías y militares como es el caso de las suba­metralladoras Uzi.

Invirtieron dinero ilíci­to en nuevos delitos para asegurar la impunidad de los mismos, para lo cual se compran conciencias, leal­tades e impunidad.

La red criminal utilizaba diversas maneras para estafar a sus víctimas, utilizan­do habilidades de ingeniería social.

Según plantea el Ministerio Público en su solicitud de medidas de coerción, la red infundía terror en sus víctimas luego de obtener datos personales de ellos para que estos les deposita­ran dinero.

De manera resumida el Ministerio Público plantea que los miembros de la des­mantelada red “infundían terror a personas diciéndoles que podían secuestrar­los a ellos y su familia. Esto les garantizaba que las víctimas pudieran depositar altas sumas de dinero en dólares, logrando así el re­sultado del crimen”.

Ya de manera más específica, el ente de justicia detalla que la red utilizaba diversas maneras en que los estafado­res adulteraban, en primer lugar, su identificación.

Sobre esto, explica en el expediente que utiliza­ban proveedores especiali­zados en servicios de “caller ID spoofing”, basados en in­ternet.

Tras esto, el atacante, quien buscaba disfrazar su número, iniciaba sesión en el sitio web del proveedor de servicios de spoofing y proporcionaba la informa­ción de pago.

“Una vez dentro del sitio, provee su propio número -generalmente pertenecien­te a una tarjeta prepaga ad­quirida sólo con propósitos maliciosos-, el número de la víctima, y la identificación falsa a ser mostrada a esta última”, explica.

El paso siguiente consis­tía en que el proveedor lla­ma al atacante al número suministrado, luego llama a la víctima y acto siguien­te unen ambas comunica­ciones junto con la informa­ción legítima.

Habiendo concretado to­dos estos pasos, el destina­tario de la estafa ve la iden­tificación falsa, contesta la línea y es comunicado di­rectamente con el atacante, quien procede con su mo­dus operandi para conseguir grandes sumas de dinero.

Aplazan coerción

La jueza de la Oficina de Atención Permanente de Santiago, Yibeti Polan­co, aplazó para el lunes 14 de este mes el cono­cimiento de medida de coerción contra los im­plicados la Operación Discovery.

La magistrada tomó la decisión tras la solicitud realizada por los abo­gados de los acusados, quienes pidieron el ex­pediente de manera físi­ca y no digital.

Operación Discovery se dio a conocer la sema­na pasada, tras el des­mantelamiento de una presunta red acusada de estafar a cientos de ciu­dadanos en Estados Uni­dos de diversas formas, incluyendo la extorsión sexual, económica y el robo de identidad.

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