
Por: Margarita Cedeño
En el año 2005, mientras ocupábamos la función de Primera Dama de la República, junto a un grandioso equipo de colaboradores, concebimos el programa Progresando como una estrategia de formación técnico-profesional y capacitación para el empleo o el emprendimiento, enfocado hacia las mujeres vulnerables o de escasos recursos. Durante 8 años, más de 200 mil mujeres fueron beneficiadas por esta iniciativa y en toda la geografía nacional era fácil identificar a las “mujeres Progresando”, por su distintiva camiseta de color verde esperanza y por el entusiasmo con el que asumían los cursos certificados por el INFOTEP.
Cuando en el 2012 asumimos la Vicepresidencia de la República y la coordinación del Gabinete Social, nos enfocamos en que todas las familias beneficiarias de los programas de protección social que provee el Estado dominicano se enfocaran en mejorar sus condiciones y capacidades para aprovechar el desarrollo económico del país. Es decir, que la exitosa estrategia de capacitación que habíamos implementado en el Despacho de la Primera Dama se escalara para beneficiar a más de 800 mil hogares que pasaron a ser parte de Progresando con Solidaridad. Desde entonces, la generación de capacidades se convirtió en el eje fundamental del enfoque de derechos que debía primar en las políticas sociales. A través de los Centros de Capacitación y Producción Progresando (CCPP) se capacitó a más de 682 mil personas, brindando a los participantes del Programa las capacidades y conocimientos técnicos necesarios para que puedan generar ingresos propios a través del empleo o el emprendimiento económico, con la finalidad de mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias, y por ende, de las comunidades en las que habitan, logrando así un impacto positivo en desarrollo local.
El primer Centro de Capacitación se inauguró en el sector de Villa Mella, municipio de Santo Domingo Norte, el 25 de enero de 2005. Al finalizar nuestra gestión, dejamos 47 Centros en funcionamiento, debidamente equipados y con el personal requerido para impartir más de doscientas (200) ocupaciones en su oferta formativa, seleccionadas de manera particular en cada centro y de acuerdo con las necesidades de formación identificadas en la zona de acción. El impacto de esta estrategia es innegable. De los que tomaron cursos en los Centros de Capacitación, el 48% logró obtener un empleo y el 42.6% emprendió algún tipo de negocio. Es importante resaltar que el 85% de los participantes en los cursos fueron mujeres, una evidencia del deseo de inclusión económica de la mujer.
Con estas informaciones queremos atestiguar la importancia de la capacitación como base fundamental de la política social, un enfoque que conocemos de primera mano y que constituye una ruta eficiente hacia el desarrollo integral del país. Sin embargo, debemos advertir que los efectos de la pandemia traen consigo la necesidad de adecuar la oferta a las demandas de un mundo distinto. La economía digital es el imperativo de nuestros tiempos, lo que trae consigo la necesidad de formar a nuestros ciudadanos para que obtengan capacidades acordes a esta nueva economía. Capacitar para el progreso es una política de Estado que debe permanecer más allá de cambios políticos, para que el país se mantenga a la vanguardia de la sociedad del conocimiento y de la información.